Nuestra historia

Salvia nació de mi propia experiencia con un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). Desde que era muy pequeña, mi relación con la comida se vio afectada por los hábitos alimentarios de mi familia y bullying que recibí en colegio, sin embargo fue cuando cumplí 17 años en 2018 que mi TCA comenzó a empeorar.

Todo empezó con mi deseo de bajar de peso. Estaba entrando en el mundo del modelaje y quería lucir "la mejor versión" de mí misma. Empecé a probar dietas de moda como la keto, el ayuno intermitente, el conteo obsesivo de calorías y el seguimiento de los macros. Además, me repetía constantemente el lema de "menos calorías y más ejercicio para perder peso". Pero sin darme cuenta, mi relación con la comida se fue deteriorando lentamente. Durante un tiempo, me limitaba a consumir menos de mil calorías al día y me ejercitaba sin descanso. (Y para los que conocen del tema, saben qué mil calorías al día es prácticamente nada).

Al principio, mi pérdida de peso fue un logro y me sentía super bien. Pero lo que no sabía en ese momento era que seguir dietas tan restrictivas estresaba mi cuerpo porque no le estaba dando suficiente alimento, lo cual provocaba un aumento en la producción de cortisol, la hormona del estrés. Y cuando el cortisol hace de las suyas, la mente envía señales desesperadas al cuerpo para que aumente el apetito.

Y así fue como los atracones aparecieron en escena. No entendía lo que me estaba sucediendo, me volvía completamente incontrolable cuando estaba frente a la comida. En cuestión de segundos, me había comido casi todo lo que encontraba en la cocina. Pasé mucho tiempo viviendo en ese ciclo sin entender qué me estaba sucediendo. No sabía que esos atracones eran simplemente la forma natural en que mi cuerpo intentaba obtener más alimento. Mi miedo a engordar me llevaba a intentar comer lo menos posible, pero en realidad, eso solo empeoraba los atracones y aumentaba mi sentimiento de culpa.

El sentimiento de culpa era abrumador cada vez que me excedía en mi ingesta calórica diaria. Me hablaba de forma negativa, me castigaba por todo lo que había comido, y eso solo aumentaba mi obsesión por la comida. Mi mente se llenaba de pensamientos sobre calorías, como qué comería en la próxima comida, cuántas calorías me quedaban y así sucesivamente. La culpa abrió paso a la bulimia, mi forma de "compensar" los atracones que acababa de tener. Si no vomitaba, me sometía a un ejercicio excesivo o recurría a laxantes. Pero a medida que el tiempo pasaba, eso fue dañando mi metabolismo y mi salud.

Lamentablemente, caí en un ciclo sin fin de restricción, atracones y purgas, un ciclo en el que muchas personas se encuentran atrapadas sin saber cómo escapar. Los trastornos de la conducta alimentaria son una batalla prolongada que requiere de mucha paciencia, apoyo y tratamiento para sanar.

Me ponía muy ansiosa cuando salía a comer con mis amigos, siempre preocupada por excederme en calorías. A veces, si salía, comía lo mínimo posible solo para llegar a casa y darme un atracón. Mientras más me restringía, peor me sentía.

Busqué ayuda profesional, pero había muchas cosas que no lograba entender. ¿Por qué no podía dejar de pensar en comida? ¿Por qué tenía atracones? ¿Por qué sentía hambre a pesar de que ya había comido? Fue entonces cuando decidí investigar por mi cuenta, profundizando más en este trastorno y en cómo afecta nuestro cuerpo. Quedé impactada por la forma en que influye en nuestras hormonas, especialmente en la insulina y la leptina. Estos desequilibrios nos llevan a comportarnos de maneras que no comprendemos.

Descubrí que para sanar, debía abordar los desencadenantes mentales, emocionales y hormonales. Necesitaba que mi cuerpo confiara en mí y se sintiera seguro, sabiendo que ya no le causaría más daño. Este trastorno no solo afecta nuestra salud mental, sino también nuestras emociones, físico, metabolismo y equilibrio hormonal. Por eso, las alteraciones en nuestra alimentación desencadenan una respuesta de "lucha o huida" en nuestro cuerpo.

Sanar mi relación con la comida ha sido un camino difícil, una lucha constante en mi día a día. Sin embargo, eso no significa que cada día sea más difícil. De hecho, con el tiempo se vuelve más fácil de manejar. Pero sé lo complicado que puede ser pasar por esto, y conozco a muchas personas que también luchan contra este trastorno. Si no se trata a tiempo, puede llegar a ser mortal.

Quise crear Salvia para animar a las personas a buscar ayuda psicológica y sanar su relación con la comida. Este ciclo de lucha constante con la comida es agotador, desgastante y peligroso para nuestro cuerpo. Nos hacemos mucho daño. Quiero que la gente comprenda que nuestro cuerpo es el templo que debemos valorar y cuidar más que cualquier otra cosa.

No habría sido posible crear esta empresa sin la ayuda e inspiración de mi madre, una mujer que, a partir de su experiencia con la depresión, fundó su propia empresa de salud mental. Además, lideró la Marcha Nacional Contra la Depresión y el Suicidio, logrando la creación de la ley de salud mental en Colombia. Con su apoyo y experiencia, sé que podemos ayudar a muchas personas a sanar este trastorno.

Recuerden que ustedes son fuertes, valientes y merecedores de una vida plena y saludable. No permitan que una mala relación con la comida defina quiénes son. En Salvia, estamos comprometidos a brindarles el apoyo necesario para que puedan recuperar su bienestar y disfrutar de una relación saludable con la comida.

Les animo a dar el primer paso y buscar ayuda. No importa cuán difícil parezca, ustedes merecen una vida libre de la carga que conlleva este trastorno. Juntos, podemos construir un camino hacia la recuperación y la felicidad.

Bienvenidos a Salvia, un lugar donde la esperanza y la sanación se entrelazan. Estamos aquí para caminar junto a ustedes en este viaje hacia una vida plena y equilibrada.

Con cariño,

Bárbara